Uno de los síntomas de que se va alejando la sombra de la pandemia es que vuelven las consultas a los archivos. Poco a poco, la búsqueda de mascarillas o geles va siendo desplazada por el interés por terminar un trabajo de fin de estudios, o por la importancia de conocer la resistencia de un forjado, o de asegurarse de las condiciones de una licencia. La vida vuelve a abrir su senda y los profesionales de los archivos lo percibimos en primera línea. Pese a que parezca que somos apacibles habitantes de un universo quieto y ordenado, lo cotidiano nos obliga a movernos rápida y eficazmente dentro de él. Frente a la distancia social y a los aforos recurrimos a escáneres, cámaras, correos electrónicos, mensajes o cualquier otro medio que los informáticos, -nuestros mejores aliados-, pongan en nuestras manos. Seguimos estando ahí para todo el mundo que nos requiera.
No es este un mal día de los archivos. Cierto que no hay ninguna exposición preparada, ni visitas guiadas, ni muestra de piezas señeras, sólo la exhibición de la misma decidida voluntad de servicio que siempre y la disposición a celebrar algo tan cotidiano como el hecho de que somos necesarios. ¡Feliz día de los archivos para todos!
El archivo municipal
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