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Del Carnaval.

En el Círculo Oscense.

A las once en punto era “un ascua de oro” –y valga la metáfora vulgar- el Casino. Lluvia torrentosa de luz inundaba los amplios salones, el vestíbulo, el ambigú, los pasillos... el salón rojo y el de billares, cada uno con su orquesta independiente, dirigidas por D. Enrique y D. Alejandro Coronas... La aristocracia y la clase media y el pueblo que trabaja confundiéronse en ambos salones en fraternidad encantadora... El ambigú se estableció en el salón grande y en el hall del piso superior... La del alba era por filo cuando aún se bailaba con los bríos de la horas primeras...”

El Diario de Huesca, 23 de febrero de 1909 (extractos)

 

Mapa del Casino

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Sitúate en el centro de la plaza Navarra y cierra los ojos. Ahora, imagina que viajas hasta principios del S.XX. Esta plaza se acaba de convertir en el nuevo centro de la ciudad. A su alrededor, están surgiendo todo tipo de negocios; circulan carruajes en todas las direcciones y entremedias conversan más de una decena de corrillos. Otros miran con atención los frutos de las huertas que todavía ocupan uno de los laterales de la plaza.

Fondas, hoteles, cafés y bares, como el Universal o el Doré (que hoy es el Flor), animan un entorno presidido en el centro, como hoy en día, por la fuente de las Ninfas o de las Musas que se instaló en 1885 para celebrar la traída de aguas a la ciudad. 

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En aquellos años, albores del siglo XX, los republicanos buscan una nueva sede. Desde 1877 se habían reunido en un club recreativo llamado Sociedad del Círculo Oscense hasta que en el año 1900 deciden que ha llegado el momento de construir su propio edificio, un nuevo centro laico y profano, más adecuado para una sociedad con ansias emancipadoras. Y qué mejor espacio que esta zona de huertas en pleno centro de la ciudad para erigir una sede vital, práctica, elegante y moderna. 

Dicho y hecho. Encargan el proyecto al arquitecto municipal: Ildefonso Bonells Rexarch. Éste, con la ayuda del arquitecto, pintor, diseñador y artista Ricardo Magdalena; diseña un palacete civil muy vanguardista basado en la arquitectura civil francesa y andaluza de los siglos XV y XVI.  Sería mucho más que un edificio, el símbolo de modernidad de la ciudad con el cambio de siglo. 

La construcción del imponente Casino la concluirían los arquitectos Ignacio Cano y José Benedicto. En cuanto a la financiación, no fue nada fácil. Los socios del Círculo Oscense se ven obligados a pedir un préstamo: Novecientas acciones de 250 pesetas cada una. Ése fue el precio de la insignia oscense del progreso y la modernidad. 

Así comenzó a erigirse el edificio que tienes enfrente y cuya hegemonía sigue vigente en la actualidad. Se cimentó en un entorno de huertas y reafirmó este espacio como epicentro de la ciudad, un lugar privilegiado en el que se recibía y agasajaba a todo personaje importante que visitara Huesca. 

Es un testigo único de los últimos cien años; frente a él se instalaron, por ejemplo, las casetas del cinematógrafo que mostraron en 1905 la primera película rodada sobre Huesca; o la plaza de toros provisional que se levantó en 1929. 

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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Fachada  

Llega el momento de acceder al interior del Casino, pero antes fijémonos en su fachada. De estilo manierista y unificada por el color blanco, se completa con los motivos vegetales de los pretiles de piedra calada, rejerías y remates. 

Por dentro y por fuera, el edificio está lleno de flores, palmetas y hojas de cardo, ya sean pintadas, talladas o esculpidas. Incluso en el pretil de la terraza se colocaron tallos metálicos para colgar globos de luz. 

Detalle fachada

Sube los escalones que llevan a la terraza y colócate justo delante de la puerta. Desde ahí puedes ver toda la plaza y toda la plaza puede verte a ti. Por eso, este espacio, siempre acompañado de un selecto servicio de bar ha sido escenario de conciertos y también un lugar perfecto para recibir a personajes ilustres como el empresario y escritor Basilio Paraíso, el general Valeriano Weyler o la hermana de Alfonso XIII, la infanta Isabel de Borbón, “la Chata”.  

Además, la puerta de entrada al Casino, como la fachada, es una obra de arte. De madera de nogal, fue realizada en 1905 por el maestro ebanista oscense Francisco Arnal. Por esa puerta, a través de sus dragones y sus hojas de cardo, se accedía a principios del siglo pasado a un mundo refinado y exclusivo, a un lugar diferente lleno de placeres mundanos. 


 

Texto: Las serenatas.

"Cada día es mayor la animación que reina en la plaza durante las dos horas de esparcimiento musical. La terraza del Casino es insuficiente para contener el gentío que a ella acude, ansioso de sorber con fruición la espumosa cerveza, el rico helado y la bola verdadera. ¿Y en el resto de la plaza? No hay necesidad de repetir lo dicho muchas veces: allí se reúnen y confunden todos los grados de la sociedad. Allí se hermanan en estrecho lazo de amistad la alegre modistilla, la señorita encopetada, la muchacha de servicio, el industrial, el agricultor, el empleado y el sportment, pero con esa intimidad que a todo espíritu socialista llena de entusiasmo y de alegría”.

Diario de Huesca 27 de julio de 1908

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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Pinturas del vestíbulo 1

Has accedido al Casino. Piensa que eres muy afortunado porque en su día, no estaba al alcance de cualquiera. 

Quienes accedieran al vestíbulo tenían que estar a la altura y ser elegantes y distinguidos, como demuestran las columnas corintias pintadas en oro y blanco. Flores, zarcillos, imitaciones de mármol o cenefas te conducen a un mundo exquisito, en el que la decoración se extiende a todos los detalles, hasta lámparas y radiadores.

Pinturas del vestíbulo

Precisamente el color, tan importante en el modernismo, fue elegido para provocar emociones. Pascual Aventín, en 1904, llevó a cabo las pinturas que estás viendo en este momento y que te reciben con calidez, mezclando el art nouveau con un estilo Luis XV revisado. Estas pinturas fueron restauradas por el propio autor en 1917 y, después, por otros artistas.

Atraviesa los paneles de cristal, que recuerdan estampas japonesas, pero fíjate en las trabajadas manillas de la puerta, en las que podrás ver las iniciales C. O. del Círculo Oscense. 

En esta planta baja, allá por principios del S.XX, estaban los espacios para el juego y un gran salón de actos. Al subir por la escalera, se dejaba atrás poco a poco el aroma del café, la música y el bullicio de las calles…
 

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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Si los peldaños de la escalera del Casino pudieran hablar, nos contarían secretos e historias, conversaciones perdidas de damas y caballeros, gritos de júbilo de momentos históricos, recuerdos que se han perdido con el paso del tiempo…

Todos ellos acompañados por las pinturas con motivos vegetales que se extienden buscando la luz de la vidriera con el escudo de la ciudad. Y, presidiendo la escalera, puedes ver el busto de Manuel Camo Nogués, que data de 1916 y es obra del escultor madrileño Julio Antonio. El pedestal fue realizado por el tallista José Larruy. Pero… ¿Quién fue Manuel Camo Nogués?

Camo Nogués no solo estaba al frente de la Sociedad del Círculo Oscense a principios del S.XX, también fue diputado por la provincia, alcalde de la ciudad, fundador del Diario de Huesca e interviniente en muchos de los grandes proyectos de la época. Aparece mencionado en la obra Luces de Bohemia de Valle Inclán.

Cuando Manuel Camo puso en marcha el proyecto del Casino, pensó que el edificio tenía que ser mucho más que una sede política. Quería crear un espacio novedoso, una mezcla entre un club privado del S.XIX y una casa de cultura. Por ello el edificio tenía despachos, salones de juego, un salón de actos, biblioteca y hasta de cocina. De esta forma, se podrían organizar  todo tipo de celebraciones y fiestas, conferencias, obras de teatro, conciertos, bailes o cursos. 

Tampoco faltaron las exposiciones. El artista oscense Ramón Acín promovió muchas de ellas, al igual que su maestro Félix Lafuente. Imagina cómo era de versátil el Casino que hasta hubo un “fardero”. Es decir, un trabajador encargado de trasladar sillas, pianos o billares para transformar los salones en lo que se precisara. 


Texto Diario de Huesca 23-II-1909. Del Carnaval. En el “Círculo oscense”

“A un tiempo se bailaba en el salón rojo y en el de billares, siendo brevísimos los descansos e incesante el ajetreo: una velada deliciosa. El ambigú se estableció en el salón grande y en el hall del piso superior. Pero como anoche era pequeño con ser tan grande el “Circulo Oscense”, muchos comensales tuvieron que esperar turno; el gentío era mayor de lo calculado….”
El Casino también tuvo siempre en cuenta al deporte. Además de la afición general al ciclismo, el edificio contó con una pista de tenis exterior y, en su interior, hubo clases de esgrima y hasta una improvisada pista de patinaje. 

Como ya hemos dicho antes, el proyecto no era barato. De hecho, el mayor problema que amenazó siempre al Círculo Oscense fue el dinero para su mantenimiento. Las ganancias que proporcionaba el juego contribuían a la brillantez del inmueble y sus actividades, pero cuando declinaban, arrastraban con ellas a la Sociedad Recreativa, que en múltiples ocasiones tuvo que hacer numerosos equilibrios en la cuerda floja.

Además, es muy importante resaltar que el Casino fue para las mujeres un espacio liberador que les permitió participar en conferencias, recitales, exposiciones o cursos. Incluso se sabe que quienes organizaron la fiesta de Reyes de 1917 fueron las integrantes de la Sociedad de Tenistas.

Fue el lugar adecuado para un nuevo modelo de mujer. En el Casino, codo con codo con los hombres, jugaban al tenis, organizaban conferencias y disfrutaban de la música al son del fox trot y el quick step. 

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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Cuando llegues a la primera plantas, vas a notar que la luz es intensa; hay vidrieras y ventanas por todas partes. Además, te dará la bienvenida una lujosa barra de bar que no pasa en absoluto desapercibida, rodeada por salones, pasillos y despachos. 

Durante toda la historia del edificio, la hostelería ha jugado un papel muy importante. La actividad social del Casino conllevaba servir un aperitivo en la terraza, un banquete en el restaurante o poder pedir en cualquier momento el siempre omnipresente café. 

Una barra para poder servir bebidas y aperitivos, en aquel entonces llamada “ambigú”, se improvisaba casi en cualquier rincón del edificio para acompañar a un baile o a acontecimientos sociales como recitales, obras de teatro, una excursión de alumnos y catedráticos de la Universidad de Zaragoza, la celebración del II Congreso de la Corona de Aragón o fiestas como Carnaval, San Lorenzo o Nochevieja. Además, el Casino alquilaba sus salones para bodas y todo tipo de eventos. 

ERE0A“ >| as | <…¡gkf…Á%XW6 Ael | A< TA|En los pasillos y salas del Casino aún resuenan los sones de las antiguas veladas musicales. El Orfeón Oscense, la rondalla La Montañesa, las bandas de música de la ciudad con sus directores y selectos solistas amenizaban las veladas y las actividades. 

En las fiestas, cerca siempre de ese bien surtido ambigú, podía bailarse al son de la batuta de un joven Daniel Montorio o de los hermanos Coronas y sus músicos. La nómina de músicos que pasaron por el Casino es casi interminable. Como ejemplos, el niño violinista Pepe Porta, el guitarrista De la Peña o toda una generación de pianistas femeninas pertenecientes a la Sociedad Musical: Fermina Atarés, Pilar Cirujeda, Apolonia Galindo y Teresa Bigas. 

Pensando en todo ello, cuando el Casino abrió sus puertas ya contaba con vajilla, porcelana, cristalería y cubertería propia, que se encargó a la fábrica barcelonesa de Luis Inglada y que fue grabada en su totalidad con la inscripción “Círculo Oscense”. 

Hay una frase en la crónica del Diario del Altoaragón, aparecida el lunes día 21 de julio de 1909, titulada Los conciertos en el Círculo oscense, une matinée, que podría aplicarse a todo el inmueble: “En los salones del casino, todo confort, respírase ambiente de distinción, de encanto insuperable…”

Sí, realmente, las elecciones de muebles, cristales, lámparas o relojes fueron muy meditadas, porque quienes las hicieron tuvieron muy claro que el edificio era único. Los socios y el presidente no paraban hasta que encontraban lo que tenían en mente.

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén


Horario de apertura del bar: 

  • Lunes: de 11.00 a 21.30 horas 
  • De martes a viernes: de 14.00 a 21.30 horas.
  • Sábados, domingos y festivos: de 12.00 a 21.30 horas
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El casino fue promovido y regido por personajes notables de la sociedad oscense. Los miembros de su junta fueron, en su origen, hombres clave de Manuel Camo Nogués. De ellos, los de mayor edad se forjaron en la revolución de 1868. Su primer relevo preparó a la brillante generación que fue truncada por la guerra civil y de la que ha quedado como enseña el nombre de Ramón Acín.

Por ello, el diseño del Casino de Bonells Rexarch contemplaba la existencia de varios despachos y, por supuesto, de una biblioteca. Ésta era necesaria no solo para consulta de los socios, sino para asociarla a cualquiera de los proyectos pedagógicos que se ponían en marcha entre sus paredes. 

Los estantes de la biblioteca del Casino se nutrían de compras y suscripciones, pero también de los propios libros de Camo, como indican las iniciales grabadas en sus lomos. Incluso la vitrina en la que se guardan ostenta en su remate la copa de Higía, símbolo de la que fuera la ocupación por antonomasia de la familia: la farmacia.

Detalle

Despachos y biblioteca han conservado, además, los coloridos suelos originales de baldosa hidráulica, distintos para cada ambiente. 

Ahora, visitando estas salas, imagínate sentado en esos cómodos sillones, escuchando música de fondo, oyendo los rumores de las conversaciones o de los juegos y con un libro en las manos en la tranquila biblioteca, mientras el aroma del café se extiende por todo el edificio. Como ya decíamos antes… confort, distinción y encanto.

 

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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Fotografía cedida por Vicente Lachén

Una de las singularidades de las estancias del Casino oscense es que variaban sus usos según las necesidades. Por ejemplo, la Sala de los Relojes comenzó siendo el salón de actos, pero sirvió igualmente en momentos determinados como salón de juego, de conferencias, restaurante e incluso como tatami de esgrima. 

Su nombre, en cambio, es más que significativo. El tiempo… los relojes marcan el paso del tiempo, el mismo que permitió concluir esta edificación tan emblemática y cambiar para siempre la vida de la ciudad de Huesca, el tiempo del cambio de siglo y la llegada de una nueva era de modernidad que avanzaría con paso firme e irrefrenable… o quizás, irrefrenable solo en apariencia. 

Las dictaduras nunca sentaron bien al Círculo Oscense. La de Primo de Rivera le privó de su principal fuente de recursos: el juego. La de Francisco Franco, precedida de una guerra, devastó sus salones y los convirtió en hospital de campaña y en hospital militar. La contienda sumió al Casino en un letargo eterno, como si las manecillas de los relojes se hubieran detenido. 

La única solución que encontraron los antiguos socios para evitar la ruina del edificio fue cederlo en 1951 al Ayuntamiento de Huesca. El Consistorio inició entonces una tímida campaña de recuperación en esos difíciles años cincuenta y, tras un prolongado silencio, a partir de 1982 comienza el renacer del Casino, con intervenciones que llegan hasta nuestros días y que hacen posible que hoy se pueda visitar este edificio emblemático, donde los relojes modernistas de inicios del siglo pasado vuelven a marcar el paso del tiempo sin separarse de los antiguos bancos y sillas de nogal que llevan años y años haciéndoles compañía.

Ojalá el tiempo siga pasando y los relojes sigan marcando las horas. Muchas gracias por haber visitado Huesca y por haber descubierto su emblemático Casino. 

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Nos adentramos ahora en dos de los salones más importantes del Casino: el azul y el rojo. 

El juego fue una de las principales fuentes de ingresos para el Círculo Oscense. No solo billares o ajedrez en los ámbitos comunes, también juegos de azar en los torreones, a puerta cerrada. Salón rojo

Los problemas con la autoridad a causa de los naipes desde 1910, y la posterior prohibición de estos juegos por parte de la dictadura de Primo de Rivera, repercutieron seriamente en el presupuesto de la asociación. Por ello, los salones norte y sur, hoy conocidos como “rojo” y “azul”, no llegaron a ser tan suntuosos como se planeó en un principio a pesar del parquet de roble y caoba obra del reputado ebanista Francisco Arnal. 

Pese a ello, todavía pueden admirarse sus techos abovedados en yeso con molduras y decenas de bombillas. Aún hoy, estos salones siguen acogiendo partidas de cartas y ajedrez.

En el salón azul nos quedan dos recuerdos del pintor oscense Félix Lafuente. Uno, el lienzo “Ansotanos”, de gran tamaño, en la pared del salón. El otro se esconde en uno de los torreones en los que antaño se jugaba a esos juegos prohibidos. Es un cuadro del edificio del casino, cuando aún tenía los torreones coronados por tejadillos, cuando era joven y miraba al futuro con esperanza.

* Fotografías cedidas por Vicente Lachén

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