Peste, pestilencia, enfermedad, contagio… nombres para evocar la presencia de un mal mortal, altamente contagioso y, por ello, devastador. Un indeseable visitante que, en ciertos años, se presenta ante las puertas de las ciudades y los pueblos, cobijado dentro de los cuerpos, oculto en los objetos y que, poco a poco, anida en casas y barrios hasta acabar con ellos.
Algunas de estas dolencias se hicieron tristemente famosas, dando nombre a la época de su irrupción. En Aragón, por ejemplo, la peste que, entre 1648 y 1654 recorrió sus tierras, deteniéndose en Huesca entre 1651 y 1652.
Todos los recursos fueron puestos en juego para atajarla y proteger a la población, con resultados irregulares, prueba de lo cual son los documentos de la muestra que hoy se presenta, -muchos de ellos, inéditos-. Testimonios de un momento excepcional de nuestra historia colectiva que, de alguna manera, nos pueden hacer reflexionar acerca de nuestro presente. Sometidos a una pandemia a la que vamos venciendo, vivimos momentos históricos y ello requiere estar a la altura, desde la simple obediencia al confinamiento establecido hasta la lucha en primera línea sanitaria.
Los documentos han sido transcritos para su mejor comprensión. En razón de su estado o escritura se han hecho salvedades entre paréntesis, que son las siguientes:
(…) Se ha omitido parte del texto, por corresponder a formulario o líneas que no vienen al caso.
[palabra] Se restituye un vocablo que no aparece en el texto, probablemente, por olvido del redactor, pero que es imprescindible para la comprensión del escrito.
(Ilegible) No ha podido descifrarse lo escrito.
(Tachado) Anulaciones que hizo el propio escribano.
(Sic) Quiere decirse con esto que lo que pone el documento, por sorprendente que sea, es así y no se trata de un error de transcripción.
(Signo) Se suele tratar de la señal de la cruz que encabeza los escritos o de otros trazos propios de escribanos.
El personal sanitario. Boticarios, médicos, cirujanos, sirvientes, enterradores…