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Wasqa islámica y Huesca aragonesa. La doble ruptura
Síntesis
La ciudad, con el nombre de Wasqa, fue musulmana durante cuatro siglos (VIII-XI). En este periodo se islamizó y arabizó profundamente: el islam fue, por conversión progresiva de su población cristiana, la religión mayoritaria y el árabe la lengua hablada y escrita. Los cristianos mozárabes eran minoría y el obispado terminó por desaparecer. Wasqa fue, durante mucho tiempo, la ciudad más al norte de todo al-Andalus. El principal monumento que Huesca conserva de su pasado islámico son sus murallas, construidas en el siglo IX.
La conquista aragonesa en 1096, tras la batalla de Alcoraz, dio origen a la Huesca actual. Se restaura el obispado y el cristianismo vuelve a ser la religión predominante. El aragonés, nacido en las montañas pirenaicas, sustituye al árabe como lengua común, hasta la difusión y predominio del castellano a partir del siglo XV. Huesca es, durante la Edad Media, una ciudad de las tres culturas: cristianos, judíos ―hasta 1492― y musulmanes ―hasta 1526―. San Lorenzo y San Vicente se convierten en los patrones de la ciudad. En 1354, el rey Pedro IV funda la Universidad de Huesca, la más antigua de Aragón. Los principales monumentos medievales de la ciudad son San Pedro el Viejo ―monasterio románico y panteón real―, la Catedral gótica, el Palacio Real y las iglesias de Salas, Santa María in Foris y San Miguel.
Cronología
WASQA. UNA CIUDAD ISLÁMICA
711. Un ejército árabe-beréber inicia, desde el norte de África, la conquista de la Hispania visigoda. El asedio de Osca, según el relato, algo fantástico, del geógrafo del siglo XI al Udrí, duró siete años y terminó con la rendición pactada de los oscenses.
Siglos VIII-XI. Osca se convierte en Wasqa. Intensos procesos de islamización y arabización en la ciudad. El islam termina siendo la religión mayoritaria (el obispado cristiano desaparece) y el árabe es la lengua común, tanto hablada como escrita (buena prueba de ello son los nombres de dos ríos cercanos a Huesca, de claro origen árabe: Guatizalema y Alcanadre).
Siglos VIII-XI. La islamización de Huesca se produce, sobre todo, por la conversión progresiva al islam de su población, antes cristiana. Estos conversos al islam son conocidos como muladíes. En el siglo VIII hay noticias del dominio en tierras oscenses de una familia de origen árabe, los Banu Salama (de cuyo nombre deriva, quizá, el del río Guatizalema), pero su poder fue destruido, justamente, por linajes muladíes, protagonistas de la historia de Wasqa a partir de entonces.
Siglos VIII-XI. Cristianos y judíos en Wasqa. Solo una minoría de mozárabes se mantendrá fiel al cristianismo hasta la conquista aragonesa de 1096, en la iglesia de San Pedro y, durante mucho tiempo, también en la de San Ciprián. Es posible que en Wasqa existiera igualmente una comunidad judía, pero no hay noticias seguras sobre la misma.
Siglos VIII-IX. Wasqa pertenece al emirato de Córdoba, gobernado, desde el año 756, por la dinastía Omeya.
En torno al año 800. Amrus ben Yusuf, nacido en Wasqa de una familia de muladíes, es un fiel servidor del emir Al Hakam I de Córdoba. Fue el fundador de Tudela, en el año 802, y el protagonista de la célebre Jornada del Foso de Toledo. Nombrado gobernador de Toledo por el emir, Amrus hizo decapitar a los rebeldes toledanos y arrojar sus cuerpos al foso del alcázar, en presencia del hijo del emir, Abd al Rahmán (entonces un adolescente de catorce años, que sucedería a su padre como Abd al Rahmán II).
797-812. Intensa presión, finalmente infructuosa, del imperio carolingio sobre Wasqa. En 797 fracasa un primer ataque contra la ciudad, comandado por Luis, el hijo de Carlomagno (y su futuro sucesor como Luis el Piadoso). En 799, según los Anales del Reino de los Francos, el gobernador de Wasqa entregó a Carlomagno las llaves de la ciudad, en señal de su sumisión. El dominio franco, sin embargo, no se hizo efectivo, y en los años 801, 811 y 812 fracasaron tres nuevos ataques carolingios contra la ciudad.
851. Las jóvenes cristianas Nunilo y Alodia, naturales de Adahuesca, son ajusticiadas en Wasqa por negarse a renunciar a su fe. Sus reliquias se veneraron desde entonces en el monasterio navarro de Leire.
Siglos VIII-XI. Como en el resto de al Andalus, el período de dominio islámico en Wasqa es una etapa de revitalización urbana y crecimiento demográfico, con surgimiento de arrabales más allá de las murallas, que pone fin al largo periodo de crisis iniciado en la ciudad en el siglo III.
Siglos VIII-XI. Mezquita mayor de Wasqa. Se levantaba en el emplazamiento de la actual catedral gótica. Tras la conquista aragonesa, el rey Pedro I la calificaría en un documento como la mezquita “más excelente” de la España musulmana. Por desgracia, de ella no se conservan apenas restos. Durante los siglos XII y XIII, la antigua mezquita fue, tras su cristianización, la catedral de Huesca.
Siglos IX-XI. Durante el siglo VIII, la cornisa cantábrica y la meseta norte escapó al dominio musulmán. Tras ello, Wasqa fue, hasta su conquista por los aragoneses en 1096, la ciudad más al norte de todo Al Andalus.
Siglos IX-XI. Ciudad de frontera. La frontera entre cristianos y musulmanes terminó fijándose en las Sierras Exteriores, a la vista de Wasqa.
875. El emir Muhammad I de Córdoba ordena por escrito al gobernador de Wasqa que amuralle la ciudad. Las murallas árabes formaban un recinto ovalado de casi dos kilómetros de longitud, con alrededor de noventa torres y cuatro puertas principales, orientadas a los puntos cardinales: Sircata al norte, Remián al oeste, Alquibla al sur y Porteta o Montearagón al este.
Siglos IX-XI. Triple recinto defensivo. En la parte más alta de Wasqa existía una ciudadela (la Zuda), sede del gobernador, que contaba al menos con una puerta y varias torres. En el siglo IX se construyó la principal defensa de la ciudad, sus nuevas murallas de piedra. Y había, finalmente, muros de tapial que rodeaban los arrabales nacidos más allá de las murallas.
Siglo X. Tras la proclamación en 929 como califa del emir omeya Abd al Rahmán III, Wasqa pertenece al califato de Córdoba.
Siglo XI. Tras la desaparición del califato de Córdoba, Wasqa forma parte del reino taifa de Zaragoza, gobernado sucesivamente por las dinastías tuyibí y hudí.
1047-1048. Durante el periodo taifa, Lubb ben Hud, que gobernaba en Wasqa, acuña monedas de oro de baja ley, con inscripciones árabes y el nombre de la ciudad. Es la única moneda de oro acuñada en Huesca a lo largo de su historia. Lubb fue expulsado de Wasqa por su hermano Ahmad, llamado más adelante al Muqtadir, que construyó la Aljafería de Zaragoza.
UNA NUEVA CIUDAD. LA HUESCA ARAGONESA Y CRISTIANA
1085-1086. Sancho Ramírez (1063-1094), el segundo rey de Aragón, construye Montearagón, un gran castillo a pocos kilómetros de Wasqa, con objeto de preparar su conquista. En su interior se levantó una iglesia, que se convertirá en uno de los monasterios más poderosos de Aragón. La construcción de la fortaleza está cargada de simbolismo: erigido en tierras aún musulmanas, recibe el nombre de Monte Aragón y su iglesia como titular a Jesús Nazareno.
1093. Vender la piel del oso antes de cazarlo. Sancho Ramírez dona las dos mezquitas más importantes de Wasqa, la mayor y la de la zuda, al castillo-abadía de Montearagón y el monasterio francés de San Ponce de Tomeras. El rey, sin embargo, no vivirá para hacer efectiva dicha donación.
1094. Sancho Ramírez muere ante Wasqa, al intentar conquistarla. Le sucede, como tercer rey de Aragón, su hijo Pedro I (1094-1104).
1095. Los aragoneses instalan un segundo puesto fortificado ante la ciudad: el Pueyo Santo o de Sancho, en el actual cerro de San Jorge.
Primavera de 1096. Pedro I pone cerco a Wasqa, que ya no levantará hasta su conquista.
19 de noviembre de 1096. Batalla de Alcoraz, en las afueras de Wasqa, que decide la suerte de la ciudad. Se enfrentan el ejército de Pedro I, formado por aragoneses y navarros (Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso I el Batallador fueron durante 60 años reyes de Aragón y Pamplona), y las tropas de al Mustaín, el rey taifa de Zaragoza, reforzadas por dos condes castellanos. Pedro I obtiene una gran victoria y una semana después entra en Wasqa.
Noviembre de 1096. Conflicto y convivencia. Pedro I, el rey de Aragón que conquista Wasqa a los musulmanes, firmaba sus documentos en árabe.
Noviembre de 1096. Las leyendas. El extraordinario éxito que la batalla de Alcoraz supuso para el joven reino aragonés, con la conquista de la primera gran ciudad islámica, hizo que surgieran en los siglos siguientes tradiciones y leyendas sobre la misma. Las más antiguas (crónicas castellanas del siglo XIII) se refieren a San Victorián: de acuerdo con ellas, los aragoneses llevaron sus reliquias a la batalla y el santo se apareció a Pedro I. Las leyendas más tardías (crónicas aragonesas del siglo XIV), mucho más conocidas, hablan de la aparición de San Jorge en la batalla, trayendo consigo desde Antioquía ―durante la Primera Cruzada― a un cruzado alemán que se había quedado sin caballo.
Noviembre de 1096. Uno de los personajes que se encontraban junto al rey Pedro I durante la conquista de Wasqa era Diego Pélaez, el obispo de Santiago de Compostela con el que se inició la construcción, en estilo románico, de la actual catedral compostelana. Diego Pélaez vivía exiliado en la corte aragonesa, tras haber participado en una rebelión nobiliaria contra el rey Alfonso VI de Castilla-León.
17 de diciembre de 1096. Duras negociaciones en la ciudad conquistada. Tras tomar Wasqa, Pedro I cumplió las donaciones de su padre, el rey Sancho Ramírez: Montearagón entró en posesión de la mezquita mayor y el monasterio francés de San Ponce de Tomeras de la mezquita de la Zuda. El obispo de Jaca reclamó, sin embargo, la mezquita mayor como lugar donde restaurar el antiguo obispado de Osca. El acuerdo al que se llegó es decisivo en la historia de la ciudad: el obispo obtuvo la mezquita mayor como catedral; para compensar a Montearagón se le dio la mezquita de la Zuda; y para compensar a su vez al monasterio de San Ponce de Tomeras se le entregó la iglesia de los mozárabes, San Pedro el Viejo, que fue convertida en monasterio benedictino. Los mozárabes oscenses, después de cuatro siglos de fidelidad a su fe, fueron pues los perdedores de esta historia.
1096. Ruptura de carácter poblacional. Una parte importante de la población islámica abandona la ciudad. Los musulmanes y judíos que permanecen en la nueva Huesca aragonesa han de vivir fuera de las murallas. Empiezan a llegar los habitantes cristianos de la ciudad: colonos venidos de las montañas y, más lejos aún, de tierras francesas. Los mozárabes desaparecen pronto como comunidad diferenciada, diluidos en el conjunto de pobladores cristianos.
1096. La conquista aragonesa reintroduce en la ciudad, desde el Pirineo, el cristianismo y el latín. El obispado es restaurado (nace la diócesis de Huesca-Jaca, con sedes en la mezquita mayor de Wasqa y la catedral románica jaquesa). Junto al latín llega también el aragonés, la lengua romance surgida en las montañas navarro-aragonesas. El aragonés será la lengua de las tierras oscenses hasta la llegada del castellano, a partir del siglo XV.
1096. La ciudad vuelve a llamarse Osca (en los siglos siguientes, sin embargo, se generaliza el nombre Huesca, que seguramente tiene su origen en Wasqa, el nombre de la ciudad en época islámica).
1096. Una de las mezquitas de Wasqa, la de Ibn Atalib, es entregada por el rey Pedro I a la catedral de San Vicente de Roda de Isábena. La mezquita se convierte en la iglesia de San Vicente. Es la primera iglesia dedicada en Huesca a San Vicente, que se convertirá en los siglos siguientes en segundo patrón de la ciudad.
Abril de 1097. Consagración de la catedral. Tras la conquista aragonesa, la mezquita mayor fue cristianizada por los clérigos de Montearagón, que le pusieron el mismo titular de la iglesia de su castillo: Jesús Nazareno. Más tarde, fue entregada al obispo de Jaca para convertirla en catedral, pero siguió teniendo idéntica advocación. La nueva catedral recibió en abril de 1097, finalmente, cinco titulares: Jesús Nazareno, la Virgen María, San Juan Bautista y los apóstoles San Pedro y San Juan Evangelista. La antigua mezquita se utilizó como catedral dos siglos, hasta que fue derribada a partir de 1273 para construir la actual catedral gótica.
1106. Bautismo en la catedral, por el obispo de Huesca, del judío Moisés, con el rey Alfonso I el Batallador como padrino. Moisés adopta para su vida como cristiano el nombre de Pedro Alfonso. La ceremonia es un símbolo perfecto de la nueva situación de la ciudad tras la conquista aragonesa: un judío que se hace cristiano en la antigua mezquita mayor, ahora catedral. Las obras de Pedro Alfonso, escritas en latín, tuvieron una gran influencia en la Europa medieval. Destacan sobre todo la Disciplina clericalis, un conjunto de proverbios, fábulas y cuentos procedentes de la cuentística árabe y oriental, y los Diálogos contra los judíos, uno de los tratados antijudíos más conocidos de la Edad Media.
1110. El rey Alfonso I el Batallador desciende de su caballo y recorre a pie, ante el obispo de Huesca y los habitantes de la ciudad, el terreno en el que se construirá la iglesia de San Miguel, ante la puerta Sircata ―en la parte norte del recinto amurallado―. En el siglo XVII, la iglesia de San Miguel fue entregada a monjas carmelitas calzadas para fundar un convento (conocido popularmente como “las Miguelas”), existente todavía hoy.
Siglo XII. La iglesia de San Pedro, entregada al monasterio francés de San Ponce de Tomeras tras la conquista de Wasqa, es llamada “el Viejo” (“antiquam” o “vetus”) desde ese mismo momento, denominación con la que sigue siendo conocida. Recibió dicho nombre por haber sido la iglesia de los cristianos mozárabes. Era, pues, un edificio de época paleocristiana o visigoda. En el siglo XII, los monjes franceses la derribaron y construyeron en su lugar la iglesia y el claustro románicos actuales ―monumento nacional desde 1885―.
Siglo XII. Huesca, ciudad de los reyes de Aragón. Las estrechas relaciones que la casa real aragonesa y la ciudad mantienen en este siglo no se repetirán. En Huesca se entierran reyes (Alfonso I el Batallador en el castillo de Montearagón y Ramiro II el Monje, aprovechando para ello un antiguo sarcófago romano, en el monasterio de San Pedro el Viejo). En Huesca nacen reyes (la reina Petronila; su hijo Alfonso II, primer monarca de la Corona de Aragón; y el hijo de este, Pedro II, muerto en 1213 en lucha con los cruzados enviados por el papa contra los cataros). Ramiro II es, además, el protagonista de la más conocida leyenda oscense, la Campana de Huesca. Alfonso II, por último, construye en la ciudad un gran palacio, del que se conserva, sobre todo, un torreón hexagonal, con las salas llamadas de la Campana y de Doña Petronila.
Siglo XII. La Campana de Huesca. El rey Ramiro II el Monje (1134-1137) es el protagonista de esta leyenda, que figura por primera vez en la Crónica de San Juan de la Peña, dos siglos posterior a su reinado (el texto de la Crónica es, no obstante, la prosificación de un cantar de gesta perdido, compuesto al parecer en la segunda mitad del siglo XIII). La leyenda cuenta que el rey Ramiro, al que no obedecían sus nobles, envía un mensajero al monasterio francés de San Ponce de Tomeras, donde había sido monje, para que su antiguo maestro le aconsejara qué hacer. Este se limita a cortar las coles más altas del huerto; y el rey, comprendiendo el significado de tan singular mensaje, convoca cortes en Huesca, tras anunciar que quería hacer una campana que sonara en todo Aragón. A su llegada a la ciudad, los nobles más importantes son decapitados, con lo que el reino queda pacificado. La representación pictórica más impresionante de la leyenda, el cuadro de la Campana de Huesca pintado en 1880 por Casado del Alisal, se puede admirar en el Ayuntamiento de Huesca.
Siglo XII. Huesca es llamada “la de las noventa torres” en el Codex Calixtinus o Liber Sancti Iacobi, el famoso manuscrito relacionado con el Camino de Santiago (“Osca, in qua nonaginta turres numero esse solent”).
1155. El rey Luis VII de Francia pasa por Huesca. Vino para peregrinar a Santiago de Compostela y visitar al rey Alfonso VII de Castilla y León, con cuya hija se había casado tras su célebre divorcio de Leonor de Aquitania.
Mediados del siglo XII. Llegada de las órdenes militares. Los templarios y hospitalarios se establecieron en el interior del recinto amurallado, creando iglesias y encomiendas propias (todavía existe una calle Templarios y una plaza del Temple). A comienzos del siglo XIV, cuando la Orden del Temple desapareció en circunstancias dramáticas, la encomienda templaria de Huesca pasó a poder de los hospitalarios.
Hacia 1160-1224. Durán de Huesca. Se vio atraído por las doctrinas valdenses y su énfasis en la pobreza evangélica, finalmente declaradas heréticas. Durán se reconcilió con la Iglesia en 1207-1208 y creó la orden de los Pobres Católicos, con varios conventos en el sur de Francia, la zona donde más se había extendido la herejía cátara. A diferencia de franciscanos y dominicos, nacidos también por estos años, los Pobres Católicos terminaron sin embargo por desaparecer. Durán de Huesca es autor de dos obras en las que combate las herejías de su época: Liber antihaeresis (1195) y Liber contra manicheos (1224).
Segunda mitad del siglo XII. Tesoro del Fosalé. Ocultamiento de 496 monedas de oro, acuñadas por los gobernantes almohades Abd al Mumim (1130-1163), Muhammad (1156-1163) y, sobre todo, Yusuf I (1163-1184), el constructor de la Giralda de Sevilla. Las monedas, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, fueron descubiertas en 1955, al construirse el edificio situado en la esquina de la avenida del Parque y la calle Rector Sichar (antigua partida del Fosalé). Se trata del tesoro de monedas almohades más importante encontrado en España. Su existencia demuestra que en la Huesca aragonesa del siglo XII circulaban monedas musulmanas de oro.
Mayo de 1191. Tratado de Huesca, por el que Aragón, León y Portugal se aliaron contra Castilla. Navarra se unirá al mismo en julio.
Siglos XII-XIII. En estos dos siglos, fundamentales en la historia de la ciudad, Huesca adquiere los rasgos que la caracterizarán hasta época contemporánea. Nacen: el Concejo, dirigido hasta 1708 por dos cargos anuales, el justicia de Huesca y el prior de jurados; el primer escudo de la ciudad; un urbanismo tripartito (el recinto amurallado, exclusivamente cristiano, la judería al oeste y la morería al sur ―en esta zona se instalarán, no obstante, cada vez más cristianos―); las cuatro parroquias; y los dos patronazgos ciudadanos (San Lorenzo y San Vicente).
Siglo XIII. La ermita de Salas, a orillas del río Isuela al sur de la ciudad, se convierte en uno de los santuarios marianos más conocidos de la Península Ibérica. La Virgen de Salas es la que más cantigas tiene dedicadas ―diecisiete― en las famosas Cantigas de Santa María del rey Alfonso X de Castilla-León (1252-1284). Pedro IV el Ceremonioso, el rey de Aragón que fundó en 1354 la Universidad de Huesca, sentía igualmente gran devoción por Salas, y por esa razón esta Virgen formó parte del escudo de la Universidad (y en la actualidad figura en el escudo de su heredero, el Instituto Ramón y Cajal). Desde fines de la Edad Media, la fama de Salas decae, en una evolución opuesta a la del Pilar de Zaragoza, que no aparece en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, pero que en los siglos siguientes llegará a ser un santuario mariano de importancia excepcional.
1247. Cortes de Huesca, celebradas por el rey Jaime I el Conquistador. Estas Cortes constituyen un hito trascendental en la historia del derecho aragonés, pues de ellas salió la primera compilación de los fueros de Aragón, base de todo el derecho foral posterior. Dicha compilación, escrita en latín, fue obra del obispo de Huesca Vidal de Canellas, que era un experto jurista. De ella se hizo también una versión en aragonés, iluminada con espléndidas miniaturas, en la primera de las cuales están representadas estas Cortes de Huesca. Dicha versión es conocida como Vidal Mayor, por el nombre del obispo Vidal de Canellas.
1247. Primera aparición del escudo de Huesca, en un pequeño sello de cera que colgaba de un documento en pergamino. En dicho escudo, vigente hasta fines del sigo XVI, estaban representadas las murallas y la muesca, una pequeña figura geométrica terminada en dos puntas, que representaba el nombre de la ciudad (la “osca de Osca”, la “muesca de Huesca”) y su paisaje (las dos peñas del Salto de Roldán).
Siglo XIII. Quedan constituidas las cuatro parroquias de la ciudad: dos al interior de las murallas (la Catedral y San Pedro el Viejo ―que en tiempos medievales fue a la vez monasterio benedictino y parroquia―) y dos extramuros (San Lorenzo y San Martín).
Siglo XIII. Primera mención de que San Lorenzo y San Vicente, los patrones de la ciudad, nacieron en Huesca. Aparece en el Martirio de San Lorenzo de Gonzalo de Berceo, una obra escrita en tierras riojanas. En el siglo XIII hay también noticias de dos iglesias dedicadas a San Lorenzo, cada una con su cofradía, en Huesca y en el cercano pueblo de Loreto (que quedaría despoblado en la crisis bajomedieval) ―las tradiciones oscenses situaban en Loreto el nacimiento de San Lorenzo―. Desde fines del siglo XIII existió en el Coso, junto a una de las puertas de la muralla ―el lugar donde las tradiciones oscenses situaban el nacimiento de San Vicente―, la segunda iglesia de San Vicente en la ciudad (la primera fue la antigua mezquita de Ibn Atalib, donada a la catedral de Roda de Isábena tras la conquista aragonesa).
1273. Comienzo de la construcción de la catedral gótica, al tiempo que se derribaba la antigua mezquita mayor de Wasqa, que había servido como catedral durante dos siglos.
1284. Huesca alcanza, con unos 8.000 habitantes, su máximo demográfico medieval, que no recuperará hasta 500 años después. Conocemos esta cifra gracias a un excepcional padrón de carácter fiscal, el “monedaje” de 1284. No es casual que la construcción de la catedral gótica se inicie en este momento de apogeo poblacional.
Primeros años del siglo XIV. Un escultor anónimo labra la magnífica portada de la catedral. El tímpano está presidido por la imagen de la Virgen con el Niño. Bajo él se encuentran los escudos de Huesca, Aragón y la familia Azlor, a la que pertenecía el obispo Martín López de Azlor (1300-1313), durante cuyo episcopado se hizo la portada. En los laterales, junto a las esculturas de once apóstoles (falta Judas) y San Juan Bautista, el artista esculpió las imágenes de San Lorenzo y San Vicente, convertidos ya en patrones de la ciudad.
1318. La diócesis de Zaragoza es elevada a la categoría de arzobispado. Huesca y su obispo, que en época romana y visigoda, y de nuevo tras la reconquista, perteneció a la provincia eclesiástica de Tarragona, se integra a partir de entonces, hasta la actualidad, en la de Zaragoza.
Siglos XIV-XV. Crisis bajomedieval. Como en el resto de Europa Occidental, la población de la ciudad se reduce de forma muy notable, a causa de catástrofes demográficas como la peste negra de 1348. Huesca pierde casi la mitad de sus habitantes (de los 8.000 de fines del siglo XIII pasa a poco más de 4.000 a fines del XV, antes de la expulsión de la importante comunidad judía). Muchos pueblos, algunos en las cercanías de Huesca como Loreto, quedan despoblados. Un buen índice de la crisis es la no terminación de la catedral, que quedará cubierta con una techumbre de madera durante casi dos siglos.
Siglos XIV-XV. Nacen las tradiciones sobre la familia de San Lorenzo. Dichas tradiciones hicieron hermanos gemelos a dos santos que vivieron con dos siglos de diferencia: San Lorenzo, mártir del siglo III, y San Orencio, obispo de la ciudad francesa de Auch, en el V. Según estas tradiciones, los padres de ambos hermanos fueron San Orencio y Santa Paciencia, cuyas reliquias se veneraban en la iglesia de San Lorenzo de Loreto.
1354. El rey Pedro IV el Ceremonioso, a petición de la ciudad, funda la Universidad de Huesca, la más antigua de Aragón. Se trata sin embargo del peor momento posible, pocos años después de la peste negra. El rey no asigna rentas económicas a la Universidad, que debe ser sufragada por los oscenses, y tampoco se obtiene el refrendo papal. La Universidad, en consecuencia, acaba cerrando sus puertas, y no será refundada hasta la segunda mitad del siglo XV.
1357-1359. Guerra con Castilla. Durante la primera fase de la Guerra de los dos Pedros, que enfrentó a los reyes Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla, se emprenden en Huesca, ante la amenaza de un ataque castellano, importantes obras que devolvieron a las murallas, por última vez, todo su potencial defensivo. Se derribaron las construcciones cercanas a muros y torres, lo que significó la desaparición de la primera iglesia de los franciscanos oscenses y de parte de la judería, y se realizaron trabajos de reparación del recinto amurallado, distribuido a tal efecto entre los distintos grupos sociales de Huesca (judíos, musulmanes, clero secular y regular, nobles e infanzones y ciudadanos).
1377-1378. Varios judíos oscenses son torturados y muertos, acusados de profanar hostias consagradas robadas en la iglesia de Tardienta. En su juicio y condena tuvo mucho que ver el infante Juan ―futuro rey Juan I de Aragón―. La profanación de hostias era uno de los crímenes rituales de que se acusaba a los judíos en la Europa medieval (otro era el secuestro de niños cristianos, para repetir en ellos la pasión de Cristo; un caso famoso en Zaragoza es el de Santo Dominguito del Val).
1461. El Concejo se establece en una nueva sede en la plaza de la Catedral (las Casas de la Ciudad), en la que sigue hoy. En 2011 se cumplen, por tanto, 550 años de ello. De ese momento inicial se conservan el patio y el salón del justicia ―dos grandes salas superpuestas con techumbres de madera―. En los siglos XVI y XVII las autoridades municipales acometieron diversas obras en el edificio (escalera monumental, antiguo salón de plenos, fachada de ladrillo), que terminaron dándole el aspecto que tiene en la actualidad.
1463-1465. Refundación definitiva de la Universidad de Huesca. La ciudad cuenta con el apoyo del rey Juan II, pero también con el rechazo de Lérida, cuya Universidad tenía reconocido el privilegio de ser la única de la Corona de Aragón. La posición de Lérida era, sin embargo, débil, pues Cataluña, sublevada contra el rey, estaba en ese momento en guerra con Juan II. La Universidad de Huesca, a diferencia de lo ocurrido en el siglo anterior, obtendrá esta vez la aprobación pontificia (bula del papa Pablo II) y financiación económica, aportada por la diócesis oscense.
Siglo XIV-XV. Techumbres mudéjares de los Azlor y del Tanto Monta. La techumbre de la casa de la familia Azlor (actual palacio de Villahermosa), del siglo XIV, fue descubierta recientemente, durante la rehabilitación del edificio. Incluye un espectacular repertorio iconográfico de carácter heráldico, figurado, vegetal y fantástico, en un excelente estado de conservación. La techumbre del Tanto Monta, en el antiguo palacio episcopal, recibe dicho nombre porque en ella figura, repetido varias veces, el famoso lema del rey Fernando el Católico (Tanto Monta). Fue realizado durante el obispado de Antonio de Espés (1466-1484).
1489. Auto de fe, celebrado en Huesca por la nueva Inquisición creada por los Reyes Católicos, durante el que mueren varios judíos en la hoguera. Se llevó a cabo en el Campo del Toro, una gran construcción rectangular en la que se realizaban espectáculos taurinos, situada, aproximadamente, en el mismo lugar de la actual Plaza de Toros. El Campo del Toro existió, al menos, hasta el siglo XVIII.
1492. Expulsión de los judíos oscenses. Se calcula en unas 500 personas el número de los expulsados, de todas las edades. El barrio que ocupaban, repoblado con habitantes cristianos, se llama desde entonces Barrionuevo.
12 de septiembre de 1497. Santo Cristo de los Milagros. Una talla de madera de Cristo crucificado suda milagrosamente mientras es llevada en procesión por la catedral, y con ello cesa una peste que afectaba a la ciudad. Este mismo año se reinician, después de siglo y medio, las obras de la Catedral. La imagen, conocida desde entonces como Santo Cristo de los Milagros, sigue siendo muy venerada. La capilla actual del Santo Cristo, en la cabecera de la catedral, fue sufragada por el obispo Juan Moriz de Salazar y se terminó en 1625.
1499. Las tradiciones oscenses sitúan en este año la llegada de las reliquias de los santos niños mártires Justo y Pastor a la iglesia de San Pedro el Viejo, donde se veneran todavía. Los santos cuerpos procedían de la ermita de San Úrbez de Nocito, en las Sierras Exteriores. En 1568 y 1569 una parte de las reliquias fueron llevadas a Alcalá de Henares y el monasterio de El Escorial.
Texto: Carlos Garcés Manau. Historiador
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